El País se hace eco de un estudio sobre bebidas azucaradas en el que participa Dora Romaguera
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El mayor estudio realizado hasta la fecha en Europa ha observado una vez más una asociación entre un mayor consumo de refrescos y una mayor mortalidad prematura. El trabajo, firmado por medio centenar de científicos, ha llevado a cabo un seguimiento de 452.000 personas reclutadas en la década de 1990 en una decena de países europeos, incluido España. Los resultados muestran que las personas que beben dos vasos diarios de refresco —medio litro— presentan un riesgo de muerte prematura un 17% mayor que los consumidores ocasionales que toman un vaso al mes como mucho. La investigación, que se publica este martes en la revista especializada JAMA Internal Medicine, es un análisis estadístico que no sirve para establecer relaciones de causa-efecto.
“Hemos observado la asociación tanto en las bebidas azucaradas como en las que tienen edulcorantes artificiales, pero no podemos saber si el consumo de refrescos light aumenta la mortalidad prematura”, subraya la epidemióloga española Dora Romaguera, coautora del estudio. Sorprendentemente, el consumo de refrescos con azúcar aparece vinculado a un riesgo de muerte prematura un 8% mayor, mientras que las bebidas con edulcorantes artificiales —también llamadas light o zero— se asocian a un aumento del riesgo del 26%.
“No podemos descartar que el efecto observado se deba a un factor de confusión. Hacen falta más investigaciones”, explica Romaguera, de la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria Illes Balears, en Palma de Mallorca. El estudio prospectivo europeo sobre dieta, cáncer y salud (bautizado EPIC, por sus siglas en inglés) comenzó en 1992 en Alemania, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Suecia. A cada participante, con una media de 50 años, se le tomó una muestra de sangre y se le hizo rellenar un cuestionario sobre su estilo de vida. Un posible factor de confusión es que los participantes consumieran refrescos light precisamente como respuesta a problemas de salud previos.
“Esto podría explicar parte de los resultados, pero no todos”, opina el epidemiólogo Antonio Agudo, coordinador del estudio EPIC en España. Los investigadores han intentado minimizar este posible factor de confusión excluyendo de los análisis a las personas que declararon padecer alguna enfermedad grave o que murieron en los primeros ocho años del seguimiento.
Agudo, del Instituto Catalán de Oncología, recalca que los nuevos resultados europeos son “bastante concordantes” con los obtenidos en estudios recientes en EE UU, como un análisis de 82.000 mujeres presentado en febrero por investigadores de la Universidad de Harvard y otras instituciones. En 2014, otro trabajo, publicado en la revista Nature, mostró que los edulcorantes artificiales alteran la flora microbiana intestinal, uno de los mecanismos que podrían ayudar a explicar los efectos observados en Europa.
Hace tres años, la Organización Mundial de la Salud instó a todos los países a establecer impuestos sobre las bebidas azucaradas para subir al menos un 20% su precio, con el fin de frenar la actual epidemia de obesidad y diabetes que afecta a cientos de millones de personas. “La industria tiene todo el derecho a intentar vender sus productos, pero las autoridades también tienen todo el derecho a desalentar el consumo, por ejemplo regulando los precios con impuestos”, señala Agudo.
“Este estudio informa de una posible asociación entre un mayor consumo de refrescos y un mayor riesgo de mortalidad, pero no proporciona evidencias sobre la causa. Así lo admiten los propios autores, que señalan que serían necesarios más estudios”, afirma la Asociación de Bebidas Refrescantes en un comunicado enviado a este periódico.
La organización asegura que la industria ha reducido un 35% la cantidad de azúcar en los refrescos desde 2005. Las versiones “sin azúcar y sin calorías” ya alcanzan el 33% del total de refrescos en España, añade la asociación. “Según las autoridades sanitarias de todo el mundo, incluida la EFSA, la máxima autoridad europea en esta materia, los edulcorantes bajos en calorías y sin calorías son seguros y contribuyen a reducir el consumo de azúcar”, defiende la Asociación de Bebidas Refrescantes.
Para la epidemióloga Dora Romaguera, es momento de debatir “si la política de salud pública debería evolucionar para no recomendar tampoco el consumo de refrescos light”. “La opción más saludable es beber agua”, zanja.
Fuente: El País (3/9/19)